Consejos para padres desesperados por los suspensos de sus hijos

No perder la calma es fundamental a la hora de abordar el problema.  

Hace unos días llegaron nuestros hijos con los boletines de notas y con ellos, muchas casas, se pronostican tormentas, lluvia de calabazas, ingesta de tilas y todo esto acompañado de un desbordamiento  de emociones.

Cuando llegan estas épocas del año llegan las notas de fin de curso de nuestros hijos.

Por lo general nos encontramos con algo que ya sospechábamos que pasaría. La lectura impaciente por la llegada de las notas, si éstas incluyen suspensos. Termina con una mezcla de sentimientos de decepción, irritación y temor que no se manifiestan a partes iguales.

Una de las razones de tanta preocupación reside en que los padres creemos que las notas son una señal que indica el rumbo que están tomando nuestros hijos.

Desde lo más profundo de nuestro pensamiento siempre nos sale la frase Mi hijo ha suspendido” viene a ser algo así como “mi hijo está descentrado, mi hijo no se toma en serio los estudios, siempre lo dejan al final y como siga así va a terminar siendo un desgraciado.

Y aquí estamos los papás, los que más lo quieren, observando impotentes y asustados el inicio del fin.

Hoy hablo de este asunto, porque realmente nos preocupa el futuro de  nuestros hijos, del modo en que nuestros hijos “viven” sus suspensos. Así que hoy explicaremos qué de tipos de “suspendedores hay”, para que los padres sepamos cómo actuar ante ellos. Me vais a permitir que, aunque el tema es serio, yo lo aborde desde una vertiente menos dramática.

CLASE DE NIÑOS “SUSPENDEDORES”

1) El estudiante sobrado que, presentando un boletín de notas con media docena de suspensos. Es capaz de mirar con tal tranquilidad a sus intranquilos padres con cara de incredulidad mientras les dice  con absoluta certeza y desfachatez: “cómo os ponéis por nada, si las voy a recuperar”.

Este tipo de niño tiene la habilidad de hacer un repaso por cada una de las asignaturas suspensas.  De tal manera que es capaz de demostrar que, seis suspensos, realmente son tres y se queda tan pancho.

Y nosotros comiendo lo que nos cuentan con patatas los suspensos. A todo esto se aumenta una mayor preocupación que nos acompaña con una voz interior que nos dice: “Madre mía, madre mía, este niño ¡está bobo o me estoy perdiendo algo!”.

Esta es una de las más populares al “suspendedor calimero”, es el clásico que achacar los suspensos al “me estáis agobiando, me estáis amargando la vida”, o “es que no os dais cuenta de lo mal que estoy”, “qué asco de vida”  y “vosotros sólo os preocupaís por las notas”. 

Este tipo de niños provoca en los padres una doble preocupación: al  malestar por los suspensos, se une el agobio por pensar que al hijo le pasa algo, algo que lo hace sentirse desgraciado, o que nos está tomando el pelo. Este tipo de suspendedor es capaz de acojonar a sus padres.  Sin embargo, cuando sale con sus amigos los fines de semana, se encuentra la mar de bien, como si la cosa no fuera con ellos y vacilan entre los amigos de lo sucedido.

El “ indignado  de estos he vivido unos cuantos niños esta semana,suele echar la culpa de sus suspensos al Sistema Educativo, a los profesores, al centro escolar, etc.

Con frases típicas “No los entiendo o no saben enseñar”. “De nada sirve que me esfuerce porque  “me tienen manía”. “Las clases son aburridas”. “El sistema educativo que tenemos, si viviéramos en Finlandia seguro que aprobaba”. O el socorrido “han suspendido a casi toda la clase”, y además te dice, “yo, más, no puedo hacer”.

El «realista» suele aceptar que la causa de los suspensos reside en que no ha estudiado lo suficiente. Este es el tipo de estudiante que mejor puede comenzar a introducir modificaciones en su conducta con la finalidad de mejorar su rendimiento.

El estudiante lastimero”, es aquel que suspende y va pregonando como un “quejío” a diestro y siniestro frases del tipo  “no sirvo para nada”, “soy un fracasado”, “os he decepcionado”,  y otras frases para acuchillar su autoestima.  Los padres de este lastimero terminan consolando al hijo.

Además de este tipo de estudiante podemos encontrar una serie de “supendedores mixtos”, mezclas entre los diferentes tipos de suspendedor.

¿Y QUÉ HACEMOS LOS PADRES?

Los hijos suspenden en un porcentaje elevadísimo por la siguiente razón: NO ESTUDIAN (LO SUFICIENTE), y si sus hijos son capaces de admitirlo, entonces están dando pasos en la buena dirección, porque los hijos que ignoran la causa de sus suspensos tienen muchas posibilidades de volver a suspender.

Brevemente:

Mantener la calma. Si las notas son muy malas o malas o regulares, y ves que te vas a enfadar cuando le digas lo que estás pensando, lo mejor es que te controles y le digas a tu hijo: “más tarde hablamos”.

No dramatices. Hay padres que ante los suspensos de los hijos adoptan una actitud depresiva. Hijo me estás matando, le soltó un padre a uno de 17 años que había suspendido 6 asignaturas de 2º bachillerato. Si los suspensos nos matasen de verdad ¡anda que no iban a estudiar los niños! Cuando los hijos suspenden, necesitan padres animados para seguir la lucha.

 Una vez tranquilos, preguntar a los hijos por qué creen que has obtenido esas notas. La respuesta, sí o sí, tiene que incorporar con absoluta claridad el mensaje “porque no he estudiado nada o lo suficiente”.

Tampoco debemos olvidar que los suspensos tienen unas consecuencias (que es una palabra más apropiada que castigo). Estudiar es su responsabilidad y, si no asumen su responsabilidad, algo van a dejar de obtener, algo van a perder.

Si nos dicen que lo que quieren hacer es dejar de estudiar.

Os recuerdo que, desde bien pequeños, nuestros hijos tienen que tener claro que el tema de los estudios no es negociable, y que concluirá cuando alcance un determinado título.

Confeccionar junto a ellos un plan de trabajo. Que sea realista en cuanto al número de horas, y que permita a los hijos obtener algún privilegio si lo cumplen.

Tenemos que seguir ayudándolos a que desarrollen más motivación e interés por el estudio. La motivación de los hijos no está en nuestras manos. Pero recordemos que la podemos estimular, y aprovechemos también el tiempo de vacaciones para seguir haciéndolo.

No es mi intención tomarme castigar a los padres el tema de los suspensos. Simplemente intento hacer ver a los padres que, ante los suspensos, las respuestas trágico-drásticas no son eficientes y sí lo son aquellas que van acompañadas de calma, seguridad, decisión y confianza.

Un último consejo

Suspender no es una tragedia pero enturbiar el clima familiar de tal manera que se cree un ambiente tenso y hostil sí que es un error.

Yo creo que es un error porque nuestros hijos están bajo nuestra influencia sólo unos pocos años y educar a los hijos nunca debería ser una batalla sino una carrera de fondo; educar hijos no es construir hijos perfectos sino darles las herramientas suficientes para que ellos se construyan a sí mismos.

Tengo esta frase que se la quiero dedicar a una gran mujer.

Que lucha, de manera incansable con sus hijas y no se rinde nunca. Es un claro ejemplo de una gran madre de la cual me siento muy orgulloso de ella. Por su esfuerzo, por su claro ejemplo de amor y dedicación a sus hijas R.C.S. 

 

 “Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite” pero lo que sí creo que el amor es una piedra angular de la tarea de educar. Educar es la respuesta, educar es la medicina, educar es el premio, la herencia, lo mejor que le podemos ofrecer a nuestros hijos.

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