¿Cómo encontró El Chiringuito más original de Mediaset y no se quiso perder la oportunidad de grabar su serie?
En un lugar como Peñíscola, que en puridad no es otra cosa que península, era previsible que hubiera una playa, y en las playas del Mediterráneo proliferan esos pequeños pero ancestrales locales para que los viandantes y usuarios de ese lugar de frontera entre la tierra y la mar, como es la costa, de arena y agua, coja avituallamiento para evitar cualquier posible desfallecimiento.
Mediaset apostó para producir la serie en este local, uno de los más antiguos de Peñiscola de 1914
«O eso nos quisieron mostrar en una serie producida por Mediaset.» En la serie está en primera línea de playa, la magia de lo audiovisual. Plausible, lo crean o no, porque el auténtico concepto evoca a 1914, antes de todas esas leyes de costas que el lector está pensando. Cuando los baños de ola aún eran lo más y el turismo estaba aún ligado a las capas superiores de la población. Percepción que la serie procura cambiar.
Al pie de la primera línea de la Peñíscola amurallada, y por tanto, extramuros, pero lejos de la costa, que tanto identifica el concepto de chiringuito, tenemos El Chiringuito de Pepe.
Murallas de un castillo templario construido sobre la anterior alcazaba de los árabes. ¿Se imaginan degustar los platos que aparecen en una serie de televisión? Pues ese es el caso. Claro que para poder ponerle salero a la historia había que poner confrontación emocional, esto es, elementos que crearan la magia de la trama.
Por un lado un tal Sergi Roca, que en principio no tiene relación con los del Can Roca, con 12 estrellas Michelín (que en la realidad ostenta el señor Martín Berasategui), descubre que el señor Pepe Leal es su padre. Pero no se lo dice, porque de lo contrario, sería desaprovechar un motivo para gloriosos y jugosos momentos.
Y por otro lado está el choque entre la alta cocina y la de un chiringuito de playa. Estos y otros elementos trenzan la realidad de la serie que tuvo dos temporadas, y cuya tercera temporada no está en la denominada caja tonta, sino en la realidad, a disposición de todo aquél que se acerque por la localidad castellonense a degustar lo que la imaginación del chef puede suministrar. Y no es poca cosa.
Cartagineses, romanos, bizantinos y árabes ni vieron la serie ni pasaron por este chiringuito, no por falta de ganas, sino por falta de tiempo. Pararon por Peñíscola mucho antes del siglo XX y por supuesto, el XXI, pero seguro que dejaron su forma de enfocar el asunto de la gastronomía en el conocimiento popular, que, en definitiva, es la base del concepto.
Comida sencilla pero con sabor, de ahí el choque con esa nouvelle cuisine de alto estanding, muy vistosa, pero que produce sonrojo al estómago, cuando no algún rugido de protesta.
Los chiringuitos son tradicionales de la costa, y como tal merecen su reconocimiento
En El Chiringuito de Pepe se da esa curiosa circunstancia, afortunada, de imbricar la tradición con lo expuesto en la serie, para que el paso del cliente por este establecimiento sea una auténtica experiencia. Sobre todo para los fans de la serie, que son unos cuantos, evidentemente. Seguramente sean los que tengan unas sensaciones más plenas, pero el placer no es exclusivo para ellos, claro está.
Con tanto turista, aunque con otras motivaciones que no eran el relax y disfrute, a lo largo de las décadas, centurias y milenios, sobre Peñíscola, la serena presencia del Chiringuito de Pepe, pone la vista desde lo sencillo a lo complejo que pueda ser que en el siglo XIX destaca la producción de un preciado caldo local, el vino, exportado por vía Benicarló.
Casi todo lo que se ofrece, gastronómicamente hablando, es de la tierra, con el mimo y cariño que produce la cercanía, y el poso y sedimento de llevar haciendo las mismas ideas en parecidas recetas, para los nativos y para todos quienes se han acercado a la muy noble, leal y fidelísima ciudad de Peñíscola. De esta manera se puede uno sentir cuando pone el codo en la barra del Chiringuito y hace su pedido.
Mientras Josep se toma una cerveza, porque pelillos a la mar, y la mala sangre sólo sirve para los malos derroteros, la buena gente se está tomando sus bien merecidos entrantes, como una parrillada de verduras o la ensaladilla y croquetón de Pepe Leal. Productos frescos, típicos de la gastronomía local, con sabor a tierra y mar. Arroces, pescados y carnes.
Todo ello en su punto de finura necesario, pero evidentemente, con el claro deseo de agradar sin pretensiones exclusivistas al paladar más exigente. Para disfrutar, sin duda alguna, en buena compañía, y buenos recuerdos, para poder tener un nuevo capítulo de esta tercera temporada que se extiende al infinito, en la que cualquiera puede ser protagonista.
Sólo resta acercarse, vivir la experiencia en primera persona, y si gusta, hacer partícipe de la misma por redes sociales, y de esa manera sumarse a la extensa red que supone la de fans y usuarios del El chiringuito de Pepe. Bon apetit.
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